Besos: de lo mejor a lo peor


              El beso es una de las muestras de afecto más evidentes y más agradables que hay. Pero también e beso se puede convertir en todo l contrario. Hay Besos protagonistas de canciones, sean en todo tiempo y lugar ese El beso en España más patrio y folklórico. También los hay que dan título a películas, se Mi primer beso, o cualquiera otro de Los besos de después. Aunque mis besos cinematográficos preferidos son los que guardaba el protagonista de Cinema Paradiso entre los que habían sido censurados

              En nuestro teatro, los besos pueden pasar del todo a la nada en un nanosegundo. Y es que pueden ser una muestra de afecto de los más normal entre profesionales, o ser el clarísimo objeto de delito. Con todo un abanico de posibilidades de por medio.

              Hubo un momento, que yo no viví afortunadamente, donde los besos estaban prohibidos. Si se daban en el cine, eran inmediato objeto de las tijeras del censor de turno, y si se daban en la calle, podían ser constitutivos del delito de escándalo público, ese delito que existía hasta en casos donde no hubiera público que se escandalizase. Recuerdo un caso que nos cotaba mi profesor de Derecho Penal en que unos guardias civiles descubrían desde un escondrijo a unos muchachos masturbándose escondidos detrás de un árbol en un bosque. Pues bien, aunque no estaban a la vista de nadie e incluso las fuerzas del orden que los avistaron necesitaron prismáticos para hacerlo, fueron acusados de escándalo público. Afortunadamente, cosas del pasado, aunque no tan lejano como creemos.

              También pertenece al pasado, y también por suerte, el duro castigo que podrían llevarse dos personas del mismo sexo que fueran sorprendidas besándose. Menos mal que ese pasado está ya enterrado, al menos en lo que a la ley se refiere, porque la homofobia sigue existiendo.

              Pero hasta hace nada todavía se hablaba de “besos robados” o se cantaba “me debes un beso” como si fuera algo que se pudiera arrancar a alguien contra su voluntad. Pero las cosas ya no son así. Tras las últimas reformas, cualquier acto de contenido sexual, cualquier tocamiento o conducta de este tipo, realizadas contra la voluntad el sujeto pasivo, son constitutivas de delito contra la libertad sexual, sin necesidad de que exista violencia ni intimidación de ningún tipo.

              Es cierto que hay quien afirma que es una exageración, que es algo así como pasarse de rosca el castigar esas conductas, pero difícilmente se puede mantener. Aunque durante mucho tiempo las mujeres nos resignábamos a aguantar determinadas cosas como sos toqueteos furtivos en el transporte públicos tan desagradables. Pero ahora no tenemos por qé aguantar ni eso ni nada que no queramos. Y por eso denunciar esas conductas no es ninguna exageración, como tampoco lo es castigarlas dentro del principio de proporcionalidad que la ley establece.

              Sin duda, en los últimos tiempos, el caso más conocido de un beso inconsentido con consecuencias penales ha sido el que le estampó a la fuerza a la vista de todo el mundo el entonces `residente de la Federación de Fútbol a la futbolista Jennifer Hermoso tras la final de la copa del mundo en que España se hizo con la victoria. Es cierto que a día de hoy no hay sentencia, aunque sí un procedimiento en marcha, pero también son evidentes las consecuencias que más allá del ámbito penal han reportado a su autor. Y eso, por más que é quisiera minimizarlo llamándolo “piquito” e insistiendo en que no fue contra la voluntad de la víctima.

              Por último, cabría preguntarnos qué pasa con esos besos de cortesía para saludar que son costumbre en nuestra tierra, que han vuelto, aunque durante la pandemia par4cía que habían desaparecido para siempre. Pues, aunque no siempre son agradables, siempre que entren en ese uso social habrá que aguantarse, como le pasaba a Mafalda ante los besos de la tía Paca. Tal vez habría que replantearse qué hacer con esta costumbre, pero, de momento, ahí está

              Así que con esto cierro el telón por hoy. Y esta vez, en vez de aplauso, os envío un beso desde Con Mi Toga Y Mis Tacones. Un beso que, aunque alguien no quisiera recibir, no tiene consecuencias penales porque solo es virtual. Eso sí, lleno de todo mi cariño. Aquí os lo dejo.

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