
Dice la ley de Murphy que las cosas si tienen que salir mal, saldrán. Que la tostada cae siempre por la parte de la mermelada. Y entonces es cuando te llega Un día de furia, y gritas Ya no puedo más, como cantaba Camilo Sesto, que estaba harto de rodar como una noria.
En nuestro teatro, no son pocas las veces que pensamos que no podemos más. Hasta una o dos por emana, si nos descuidamos. Pero podemos, y acaba siendo como e cuento del Lobo. Hasta que, realmente, colapsamos.
No hace falta que sucedan grandes cosas para llegar a ese punto. Al fin y al cabo, hemos sufrido una pandemia y hemos salido adelante, como hemos sobrevivido a catástrofes naturales que incluso ha n dejado su propia huella en Toguilanda, como aquella tristemente famosa Pantaná de la presa de Tous, que dio lugar a unos de esos juicios interminables que marcan una época.
Y también hemos visto pasar por nuestras salas toguitaconadas juicios realmente complejos, por la materia o por su reflejo mediático. En mi tierra nunca olvidaremos lo que supuso el juicio de las niñas de Alcácer, que nos marco a toda una generación y sobre el que todavía existen leyendas urbanas y teorías conspiranoicas, unidas a la desaparición del principal culpable, Antonio Anglés.
Pero el colapso no suele venir de estos hechos, tan grandes que es fácil prever sus grandes consecuencias. El colapso suele venir de una acumulación de pequeñas cosas que parecen sin importancia pero la tienen. Y mucha..
Me pondré a mi misma de ejemplo. Esta semana se supone que acababa mi trabajo por una temporada y me cogía mi mesecito de vacaciones. Y claro, una se quiere ir dejando la mesa limpia como una patena y sin nada pendiente. Pero ahí está Murphy para reírse de mi, y para decirme que mi gozo en un pozo. Que si quiero limpieza, me compre un buen frasco de detergente, que en lo que a papel respecta no paso la prueba del algodón. Ni de la toalla, vaya, vaya, por más que aquí sí que haya playa.
Así que primero ha sido un sumario que ha entrado para instrucción hoy, después un recurso que no ha llegado a fiscalía no sé sabe bien por qué y he tenido que reclamar y fotocopiar, luego una aclaración en la lista de presos y después, en un día como hoy en que necesitaba una guardia tranquilla, una fila de detenidos de la que no se veía el fin. De modo que con apagar fuegos he tenido suficiente. Lo de la limpieza habrá que dejarlo para otro momento. Porque, para acabarlo de arreglar, se me ha roto un zapato y he andado todo el día cojeando hasta que he podido comprarme otro de urgencia
Y ahora lo cuento como si tal cosa. Incluso, si me esfuerzo, me entra risa. Pero en ese momento no tenía más que ganes de echarme a llorar y tirarme de los pelos alternativamente.
Ahora ya sé que lo de la mesa sin papel es imposible. Puedo adelantar lo más posibles, pero el protocolo cero no va a ser posible. Salvo que quedes in vacaciones.
Hay dos opciones. O trato de olvidarme, o me angustio tanto que acabo dedicando las vacaciones a los expedientes y mando el descanso al carajo. Así que voy a pedir consejo. ¿Qué me recomendáis?
A quien opte por el descanso, le daré él aplauso hoy. Para el otro, los tomates y mis pesadillas