
Hay un dicho que reza que más vale caer en gracia que ser gracioso, y es una verdad como un templo. Una verdad, además, que se hace patente con mucha claridad en el mundo del espectáculo. Cuántos artistas talentosos y preparados no alcanzan nunca la fama, y cuántos, sin tanto talento ni preparación, llegan a lo más alto por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Para decir que Ha nacido una estrella hay que caer en gracia, desde luego. Y si se es gracioso, mejor que mejor. Siempre podemos cantar, con Lina Morgan, eso de Gracias por venir.
En nuestro teatro hay, desde luego, quien cae en gracia y quien es graciosa y también quien tiene ambas cosas. O ninguna, que aquí hay de todo como en botica. Pero también hay otras acepciones del término, y algunas estrictamente jurídicas.
Aunque ya hace mucho, hubo un tiempo que el Ministerio de Justicia no se llamaba así, sino Ministerio de Gracia y Justicia, porque incluía dentro de sus funciones la de ejercer el derecho de gracia, es decir, lo que comúnmente conocemos como amnistía e indulto . La primera, de candente actualidad y la segunda, de actualidad en otros momentos. Así que hoy, aunque e Ministerio no se llame así, el derecho de gracia sigue siendo potestad del poder ejecutivo. Y sigue ejerciéndose con mucha más frecuencia de lo que la gente pueda creer, porque las peticiones de indultos son abundantes, y, en algunos caos, resueltas positivamente por uno u otro motivo.
Otra acepción del término “gracia” muy usada en Toguilandia, es la del famoso “día de gracia”. Consiste, en esencia, en una especie de día extra sobre un plazo establecido para presentar cualquier escrito. Y he de decir que, aunque en Fiscalía ni siquiera existe ese concepto, cada día veo a abogados, abogadas y procuradores corriendo de una lado a otro como pollo sin cabeza porque se encuentran en el dichoso día de gracia y hay que presentar lo que sea sí o también. Y, aunque podría creerse que la cosa ha mejorado desde la llegada de las aplicaciones informáticas hay ocasiones en que la solución se convierte en el problema, como pasa más de una vez con Lexnet, y hay que acabar acudiendo al sistema tradicional de llevar las cosas en mano. Si se puede, claro está.
Muy relacionado con lo anterior, está una acepción parecida de “gracia”, que recuerdo de mis tiempos de estudiante en la facultad. Se trata de la convocatoria de gracia, esa convocatoria a la que podías presentarte a pesar de haber agotado teóricamente todas las posibilidades de aprobar la asignatura. No sé cuántas veces tenían que haberte suspendido para llegara a ese punto, pero sí que recuerdo a alguien que no tuvo más remedio que usarla, y que lo hizo con un nivel de angustia considerable, como si un temporizador imaginario estuviera advirtiéndole que la bomba podía estallar de un momento a otro. Curiosamente, no solo no estalló la bomba, sino que esa persona acabó aprobando una oposición de las más difíciles relacionada con aquella asignatura que se le atragantó. Paradojas de la vida.
Y como todo en la vida, también la gracia tiene un antónimo, la desgracia, y de eso en nuestro teatro sabemos mucho. De hecho, la mayoría de nuestras funciones se desarrollan en base a desgracias propias o ajenas, grandes o pequeñas. Algo que es evidente en el Der4echo Penal, pero que también pasa en otras jurisdicciones.
Per dejémonos de desgracias y vayámonos a la mejor e las acepciones de “gracia”, la que alude a algo divertido o hilarante. Y también de eso tenemos un rato en nuestro teatro, faltaría más. De hecho, son muchos los estrenos que hemos dedicados anécdotas y cosas que pasan . Aunque siempre me queda alguna por contar, porque se suceden un día tras otro. Hace nada, me decía un investigado muy compungido que se había quedado en el paro y solo cobraba el suicidio. Pero claro, lo podría haber solucionado si, como oí a otro, hubiera cobrado la herencia adyacente. Por no hablar del beneficio de exageración del pasivo insatisfecho, que eso lo leía negro sobre blanco gracias a una amable amiga tuitera que me lo trajo para mi repertorio taconil. Y lo he incorporado, como me dijo otra persona, sin más dilatación. Pues claro que sí. Aunque pocas cosas como el principio “hindú bio pro reo”, que no sé si es cosa del corrector o un anuncio de yogures que se ha colado en un escrito. Por si acaso, que no incoen Diligencias Rugentes, no vaya ser que pase algo.
Y hasta aquí el estreno de hoy. Lo acabaré con otra de las acepciones de “gracia”, que es la que se emplea en plural, y que deberíamos utilizar mucho más. Gracias. Gracias a quienes me leen, y a quienes me proporcionan esas anécdotas tan buenas. Aunque en ese caso, además del agradecimiento, les daré el aplauso. Qué sería de mí sin esas cosas.