
El escenario tiene cuatro puntos, como cuatro son los puntos cardinales. Y es que el cuatro es un número importante. No en balde son cuatro Los cuatro fantásticos. Las cuatro plumas y, sin duda, Cuatro bodas y un funeral. Y por eso nos arriesgamos a una cuarta entrega de refranes.
En nuestro teatro, no se acaban las interpretaciones toguitaconadas de refranes que usamos a diario. Así que, sin más preámbulos, vamos a ellos
–Nadie es profeta en su tierra. Una verdad como un piano comprobable cuando a alguien no le valoran en su trabajo diario y descubre que en otros sitio le admiran y respetan
–Dios los cría y ellos se juntan. Aplicable cien por cien a las asociaciones de jueces, fiscales y LAJS
–El que espera, desespera, que es lo que pasa cuando por falta de medios los señalamientos se hacen a muchos meses -o años- vista
– No hay mal que cien años dure. Esto es, que s el titular de un juzgado no te causa buena vibra, no desesperes que es probable que en un momento u otro concurse
-La fe mueve montañas, que parece ser el lema de algunos profesionales que insisten e insisten aunque no tengan nada que hacer
– No hay mal que por bien no venga, esto es, que aunque un juicio salga mal, puede ser vir, cuanto menos, para aprender
–Nunca es tarde si la dicha es buena. Se relaciona con el anterior, pero aquí con un resultado satisfactorio, en forma de condena, absolución o lo que sea, según el caso
–El papel lo aguanta todo, una frase que aplicábamos nuestro cada día y que ahora hay que reconvertir a términos digitales
– En casa del herrero, cuchillo de palo, o, lo que es lo mismo, a veces nos va mucho peor cuando el asunto nos afecta personalmente que cuando no
–Quien tiene boca, se equivoca. Y como aquí todo el mundo tiene boca, la conclusión es obvia
– El pez grande se come al chico, algo que, por desgracia, suele resultar obvia cuando se litiga contra una gran empresa o institución
–Hoy por ti, mañana por mí, o, dicho de otra manera, deberíamos tener el compañerismo por bandera. Por desgracia, no siempre es así
– Quien se pica, ajos come, que es algo sí como un canto a la excesiva susceptibilidad
–Gato escaldado, del agua fría huye, o, lo que es igual, nada como un buen escarmiento para no recaer en el mismo error
– Mala hierba, nunca muere, un canto a la reincidencia
–El tiempo es oro y, si no, que se lo digan a quienes se encargan de las agendas de señalamiento
– Por la boca muere el pez, aplicable a esos acusados que se condenan a sí mismos por sus propias declaraciones, ante el estupor de su defensa
–La excepción marca la regla, aunque conviene conocer tanto unas como otras para no meter la pata
– A falta de pan, buenas son tortas, o sea, que si no tienes una sentencia aplicable al caso pero si una que puede parecerse, hazla constar
– Siempre pagan justos por pecadores, que es lo que dicen muchos condenados a pesar de que les pillaran con las manos en la mas
– Ojos que no ven, corazón que no siente, apología de la costumbre de mirar hacia otro lado.
Y para acabar, decir refranes es decir verdades. O, al menos, interpretarlas a nuestro modo. Y con esto se acaba la serie. Si ha gustado, que el aplauso sea el definitivo. Y si no, tratare de esquivar los tomates. Que a quine dios se la dé, San pedro se la bendiga