Nostalgia toguitaconada: viaje al centro de la Justicia


              Una de las fórmulas que nunca fallan en el mundo del espectáculo es tirar de nostalgia. Los remakes, por un lado -ahora mismo recuerdo el de West Side Story, el de  Sabrina, el de La Sirenita y muchos más- y los programas hechos de fragmentos de los que en su día vimos, como Cachitos o Viaje al Centro de la tele, dan buena fe de ello. Sin olvidar, por supuesto, las secuelas, precuelas y demás, y las reposiciones. Que, por cierto, ya se echa de menos la de Verano azul de estas vacaciones, que aun no la he visto asomar

              En nuestro teatro parece que no somos demasiado de reposiciones, aunque, bien mirado, hay muchas reformas que acaban siendo más de lo mismo, como un deja vu . Pensemos, sin ir más lejos, en la última reforma procesal, que cambia los juzgados de toda la vida por tribunales de instancia. ¿Serán los mismos perros con distintos collares? Pues habrá que darse un poco de tiempo para saberlo. Tengamos preparadas las palomitas de maíz por si acaso.

              En cualquier caso, lo que pretendía con este estreno es echar la vita atrás y recuperar algunos momentos que tuvieron mucha importancia en su día y hoy han quedado difuminados cuando no directamente olvidados.

              Así, a bote pronto. -que no a voz de pronto, que he escuchado más de una vez-, me acuerdo de una cuestión que hizo correr ríos de tinta y que dio lugar a una reforma ex profeso del Código Penal. Se trata de los denominados “conductores suicidas” que, aunque existir, existen, no han devenido un fenómeno de tanta frecuencia como se quería hacer ver. Por fortuna, claro está.

              Otro de los hits que se repetía como el ajoaceite durante un verano -y que todavía colean de cuando en cuando- es el de los llamados okupas. El delito de usurpación de inmuebles, conocido como okupación, aunque muchos de los casos que no vendían no eran tales, dio lugar a horas y horas de televisión en las que parecía que una se iba a comprar el pan y se encontraba su vuelta con una familia con el perro el canario y la abuela instalados en su piso.  Curiosamente, en los intermedios de esos programas solían anunciarse a diestro y siniestro empresas de seguridad con sus consiguientes alarmas. Pero a lo mejor era casualidad y yo soy una mal pensada.

              Por otro lado, entre los episodios toguitaconados que más han dado que hablar, están todos los que se relacionan con los juicios mediáticos, por una u otra razón.

              En unos casos, se trata de juicios que llaman la atención por la fama o el cargo de sus protagonistas. Recuerdo que en su día, antes de mi llegada a Toguilandia, el juicio de Lola Flores con Haciendo hizo que se llenaran horas y horas de emisión en un momento en que no había ni Internet ni redes sociales. La folclórica había llegado a pedir una peseta a cada español para pagar la multa que se le avecinaba. Años más tarde fue otra folclórica, Isabel Pantoja, la protagonista de las noticias por su juicio, también por cuestiones de dinero, pero totalmente diferentes de las que llevaron a los tribunales a la Faraona. Como todo el mundo sabe a estas alturas, la Lola de España no dio con sus huesos en prisión, pero sí lo hizo la Pantoja.

              Más recientemente, el caso que ha hecho correr ríos de tinta, megabytes de información y horas de televisión ha sido el de Daniel Sancho, hijo y nieto de conocidos actores, que ya cumple condena por haber asesinado y descuartizado a un hombre con el que tenía una relación en Tailandia.

              Hay otras ocasiones en que la atención mediática se debe al morbo que el caso causa, no siempre bien entendido. Asuntos como el de José Bretón, que asesinó a sus dos hijos e hizo desparecer lo cuerpos, el de las niñas Anna y Olivia, también asesinadas por su padre que arrojó sus cuerpos al mar, el del niño Gabriel, asesinado por su madrastra, o el de Rocío Wanninkhof, la menor por cuyo asesinato fue condenada injustamente la mujer con la que tenía una relación su madre, condenada por un jurado cuya sentencia se anuló después al aparecer el verdadero culpable.

              No me olvido de otro asunto aun no resuelto que dio lugar a muchas horas de informativos y tertulias durante un verano y que ha vuelto a estar en la palestra ahora mismo, el de Juana Rivas. Esperemos que se haga finalmente Justicia en este asunto, difícil como pocos.

              Y hasta aquí el episodio de hoy de nuestro particular Viaje al centro de la Justicia. Si hay aplauso, y petición popular, no descarto que haya más entregas. Espero sugerencias.

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