Accesibilidad: no siempre se puede


              La discapacidad, o las diferentes capacidades y la lucha por superar las dificultades, siempre han atraído al mundo del cine. Bien sean basados en historias reales, como El milagro de Anna Sullivan o no, como Coda, La familia Bellier, Hijos de un dios menor, Rainman, Forrest Gump, Sorda, Campeones o su secuela CampeoneX, Mi pie izquierdo, Despertares o El zoo de cristal, entre otras muchas. La cuestión es que un tema que interesa. Y eso es bueno, siempre y cuando se plantea el tema de la accesibilidad

              En nuestro teatro, hasta no hace mucho ni siquiera nos planteábamos la existencia de personas con discapacidad desde el lado de los intérpretes fijos, las y los profesionales, aunque la discapacidad como materia de Derecho es bien visible. No en vano en varios partidos judiciales existe un juzgado que se ocupa exclusivamente de las personas con discapacidad. Y, por supuesto, hay una Fiscal de Sala exclusivamente encargada de esta materia. Como debe ser

              Pero lo que hoy quería plantear era, precisamente, el tema de la accesibilidad. Si Toguilandia es tan accesible como debiera y si removemos todos los obstáculos para que no lo sea. Y la respuesta puede sorprendernos. O no.

              Recuerdo que, en mis tiempos de prácticas en la carrera fiscal, estuve con un fiscal muy conocido que tenía una importante discapacidad y que, entre otras cosas, se desplazaba en silla de ruedas. Me sorprendió que, cuando le preguntamos por qué eligió el destino en el que prestaba sus servicios -la Audiencia Nacional- nos dijo, sin pensarlo un momento, que lo hizo porque era entonces el órgano judicial dotado de rampas. Tal como suena.

 Afortunadamente, las cosas han cambiado y ahora es difícil concebir cualquier edificio oficial, incluidos los dedicados a la Administración de Justicia, sin rampas y entradas accesibles. No obstante, no siempre ha sido así. En uno de los partidos judiciales de primer destino, la consulta del médico forense estaba en un cuarto piso son ascensor, lo cual tenía su aquel si pensamos en que el médico forense revisaba a personas que habían sufrido lesiones de todo tipo, incluyendo a quienes tenían dificultades de movilidad, que subían penosamente las escaleras con muletas, o tenían que ser alzadas a brazos por un familiar. Y, echando la vista atrás, no recuerdo que las primeras sedes de fiscalías donde he estado tuvieran ningún elemento de accesibilidad.

No obstante, y aunque la accesibilidad de este tipo ha cambiado, no se puede decir lo mismo para otras clases de discapacidad

Si hablamos de la discapacidad sensorial, ya me he referido varias veces a mi compañero Héctor, todo un campeón para conseguir ser el primer fiscal ciego, ahora siempre acompañado de su perro guía Anís, otro pionero . Pues bien, aunque el esfuerzo de la fiscalía, de la ONCe y de las autoridades ha sido importante para que pueda trabajar en condiciones, cada vez que surge algo nuevo, hay que pensar en cómo adaptarlo y si es posible. Y no siempre es fácil.

No nos hemos encontrado hasta ahora con un caso paralelo de discapacidad auditiva, o no al menos de la que no puede suplirse con audífonos o cualquier artificio técnico. Ignoro si fuera posible traducir a lengua de signos del mismo modo que Héctor posee un programa que traduce los documentos directamente a Braille. Habría que planteárselo-

En cuanto a discapacidades de tipo psíquico, la cosa es mucho más difícil, porque en la práctica es prácticamente imposible que una persona con discapacidad psíquica apruebe una oposición. Aunque, tal vez con una adopción adecuada, sería posible. Y del mismo modo que las personas con discapacidad tienen derecho a tener a su disposición a un facilitador para que les ayude a comprender su participación en la administración de justicia, en algún momento podría arbitrarse algo equiparable para otros ámbitos. Al menos, como posibilidad.

Así que la próxima vez que vayamos a un juicio, a una declaración o a una guardia, pensemos en cómo nos manejaríamos si no pudiéramos desplazarnos sin ayuda, si no viéramos o no oyéramos o si nos costar entender las cosas por cualquier motivo. Porque ponerse en la piel de los demás es empezar a comprenderles, y comprender que la igualdad es un derecho, no una mera declaración de intenciones.

Por eso hoy el aplauso es para quienes tienen esa capacidad de ponerse en la piel del prójimo. Porque solo así avanzaremos hacia la verdadera igualdad

1 comentario en “Accesibilidad: no siempre se puede

  1. Buenas tardes Susana Estoy de acuerdo solo en parte. Aún no veo rampas en estrados. Soy abogada con 25 años de ejercicio profesional con movilidad reducida que necesita silla de ruedas y que no quiere quedarse abajo en estrados. Yo puedo subir un escalón y sentarme en la silla de estrados pero no es la solución. Los estrados deben adaptarse para profesionales que necesitan silla de ruedas. se va avanzando pero a paso de tortuga. en cualquier caso gracias por la visibilidad

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