Penitencia: bacalao y torrijas


Otra vez llega la Semana Santa con todo lo que conlleva. De un lado, las inevitables películas de cada año: Ben Hur, La túnica sagrada, El evangelio según San Mateo, entre otras. De otro lado, las procesiones, que sigue mostrando nuestra tele pública aunque España hace mucho tiempo que es un estado aconfesional

En nuestro teatro, la Semana Santa lo primero que significa es una huida colectiva de las togas. Quien puede, sale de Toguilandia pies para que os quiero y se va allá donde las posibilidades económicas, la conciliación y las ganas le permitan.

Pero, como he dicho, eso lo hace quien puede, no quien quiere. Porque, razones personales aparte, ahí nos quedaremos quienes tenemos servicio de guardia y quienes tienen que prepararse algún juicio o algún caso para la vuelta de las vacaciones. Y, por supuesto, hay que sumar a quienes no hemos tenido tiempo para estudiarnos toda la reforma procesal que se nos ha caído encima -y que nos sigue cayendo a plazos, o mejor, en diferido-, además del cambio del sistema informático, para las agraciadas a las que nos h tocado el bingo acumulado.

Digo estas cosas porque en días como estos en que están todo el día machacándonos en los medios de comunicación con lo de las vacaciones y el descanso, bien está recordar que hay quienes no descansan. Además de quienes trabajan en la hostelería, por descontado.

No obstante, ya que estamos en Semana Santa, pensemos en la relación que tiene con Tiguilandia, que siempre se puede sacar punta toguitaconada a todo. Y, al respecto, lo primero que se me ocurre es que, como cada período de vacaciones, un grupo de delitos con los que más nos topamos son los relacionados con la seguridad vial. Por un lado, y desgraciadamente, los accidentes se multiplican, y por tora, aun sin accidentes, las personas que condcen bajo los efectos del alcohol o las drogas también. Y es que no aprendemos.

Otro de los delitos con los que nos encontramos en estos tiempos pueden ser las estafas, Y no me refiero a que te cobren un ojo de la cara por una torrija de toda la vida, con la excusa de que está infusionada con aroma de vaya usted a saber qué y hecha con una pan traído de vaya usted a saber dónde, aunque la cosa también tenga delito. Me refiero, especialmente, a las relacionadas con viajes o alquiler de apartamentos. Siempre nos encontramos con casos de personas que llegan a su destino y resulta que no tienen hotel, o casa, o que tiene unas condiciones muy distintas. Un clásico que nunca falla.

Y, por supuesto siempre que hay vacaciones, y turistas -aunque sean de turismo nacional- aparecen los carteristas como por ensalmo. En cuanto ven la oportunidad hacen su particular procesión en busca de la cartera errante. O sea, que en vez de hacer el agosto, hacen la Semana Santa,

Y, si ampliamos un poco en campo jurídico, y nos trasladamos a aeropuertos y estaciones de tren, tenemos todo un catálogo de posibilidades jurídicas que ven desde los retrasos hasta los cargos indebidos por equipaje o por cualquier otra cosa, que las compañías aéreas se empeñan en cargar aunque ya les hayan ganado varios pleitos en los tribunales. Y lo que te rondaré, morena. O nazarena, vaya.

Además, como es tiempo de ayuno, pero también de bacalao y torrijas, tengamos cuidado con los empachos, de un lado, y con las intoxicaciones alimentarias, por otro.. Que ambos manjares llevan huevo y nunca se sabe.

Las procesiones me las he dejado casi para el final. Per si vemos a penitentes infligiéndose golpes, no olvidemos lo del consentimiento en las lesiones, que las convierte en atípicas. Pero tampoco nos pasemos de frenada, no vayamos a tener un disgusto. Y cuidadín también con cirios y velas, que con el fuego no se juega.

Por último, una institución típica de la Pascua desde los tiempos del mismísimo Jesucristo, la de indultar a un preso. Parece mentira, pero se conserva desde los tiempos de Barrabás. Y, por suerte, no se sabe de ningún caso en que la cosa nos haya salido rana. Esperemos que siga así.

Y con esto termino por hoy. Que ustedes procesiones en paz. Y el aplauso para quen no pueda hacerlo porque trabaja. Que al menos tenga eso.

Y una vez más, la ovación extra para @madebycarol, autora de la ilustración genial que encabeza este post. Y lo mejora, además. Gracias

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