
Hay un refrán según el cual “las comparaciones siempre son odiosas”, pero nunca se puede generalizar. Las comparaciones pueden ser positivas y negativas, buenas y malas y también de eso se hace eco el cine. Tan pronto se habla de hermanas que son Como dos gotas de agua como de quienes se llevan Como el perro y el gato. Así que el refranero nunca se puede tomar a pies juntillas
En nuestro teatro también hacemos comparaciones, aunque no siempre se diga. Sé de buena tinta que hay profesionales que comparan fiscales entre sí -espero salir bien parada- o miembros de la judicatura, por ejemplo, porque afirman que no es lo mismo según quien les toque en suerte. Yo, desde luego, ni confirmo ni desmiento, porque nunca se sabe. Pero ahí lo dejo.
No obstante, hay otro tipo de comparaciones que no afectan a personas sino a cosas, y pueden resultar muy útiles. Y hoy voy a traer al escenario algunas de ellas.
Por supuesto, hablando de escenarios, la del teatro será la primera. Ya he contado alguna vez que este escenario de Con Mi toga y Mis tacones nació precisamente de una comparación, la que hice -y sigue haciendo alguna vez- para explicar a los miembros del Tribunal del Jurado cómo funcionaba la Administración de Justicia en general y el juicio en particular. Les explicaba que el desarrollo del juicio era como una obra de teatro donde el guion eran los hechos delictivos que se juzgan, los protagonistas, la víctima de un lado y el presunto culpable de otro, y el resto interpretábamos a esos actores y actrices de reparto sin cuyo trabajo la película no podía existir. La verdad es que la comparación funcionó tan bien que le animó a utilizarla para inaugurar este teatro, y después de varios años aquí seguimos. Hasta que el público diga.
Pero, más allá de este arrebato de umbralismo toguitaconado, he de hacer una confesión. La idea de este post no me pertenece, la menos en exclusiva. La debo a la inspiración de la idea que una buena amiga me proporcionó respecto de un juicio en que había intervenido su marido, abogado de profesión y vocación. En el informe, cuando hablaba del fundamento de la responsabilidad civil por daño moral que estaba solicitando, hizo una comparación que me pareció imbatible. Tomó un folio y lo arrugó con fuerza, para después intentar quitarle las arrugas, mostrando como por más que no estirara, nunca quedaba como estaba antes. Lo mismo que sucede a una persona cuando ha i víctima de algo tan grave como un delito sexual. Por más que intentamos compensarla de la manera que sea, nunca volverá a ser la misma porque los efectos psicológicos se pueden paliar, pero no hacer desaparecer.
Otra de las imágenes que suelo emplear, pero tampoco es a pero es muy útil es la de la rana y el agua hirviendo. Para describir el efecto de la violencia de género continuada en las mujeres víctimas se explica que el maltrato las anula tanto que llegado el momento no pueden reaccionar. Como el caso de la rana que, si se la introduce en agua hirviendo, salta, pero que si se le ha introducido en agua tibia y progresivamente se aumenta la temperatura, no es capaz de reaccionar cuando el agua está hirviendo.
También es importante hacer comparaciones en cuanto al tiempo y el espacio, algo que aprendí de una amiga periodista. Si se da el tamaño en centímetros o metros, a veces es difícil hacerse a la idea, pero si se compara con algo que todos conocemos es mucho más sencillo. Algo que era tan grande como un campo de ´fútbol o tan pequeño como una naranja. O, sin ir más lejos, una comparación que oí una vez en labios de una forense: el torrente de sangre que salió de la herida era como una fuente.
En cuanto al tiempo, es más fácil que el jurado o el tribunal se imagine lo que pasó si somos capaces de colocarlos en el instante de los hechos. Yo en una ocasión, en un juicio donde el acusado estuvo apretando el cuello de su víctima durante un minuto, me quedé callada durante un minuto, y la verdad es que fue impresionante imaginar permanecer todo ese tiempo sintiendo que te aprietan el cuello hasta dejarte sin respiración.
Podría contar más, pero lo dejo para próximos estrenos. De momento, acabo con el aplauso, que dedico a quienes con su trabajo han inspirado esta función. Mil gracias