Cuesta de enero: togas echando el hígado


            Acaban las Navidades, con todas sus películas temáticas sobre Santa Claus y el espíritu navideño, y empieza el mes de enero. Y, aunque parece comenzar bien, con la Adoración de los Magos que dio lugar a películas como Los Reyes Magos, lo peor está por llegar. O al menos, Lo peor hasta el momento, usando otro título de película.

            En nuestro teatro subimos la cuesta de enero como cualquiera. Pero algo me dice que este año va a ser especialmente dura. Y no precisamente porque Papá Noel vaya a ponerle una demanda a los Reyes Magos por competencia desleal, que aún no ha entrado -aunque cualquier día fijo que cae-, ni porque estos vayan a plantear reconvención por intrusismo, porque llegaron mucho antes. Las razones son otras. Y el BOE tiene la culpa. O la clave, al menos.

            No sé si han sido los Reyes Magos por adelantado o papá Noel un poco fuera de tiempo, pero en Toguilandia hemos recibido un regalo envenenado. El BOE publicaba su ley de eficiencia procesal que, aunque muy bien intencionada -no hay más que leer el nombre- cambia tantas cosas que da verdadero vértigo. Y ganas entran de decir, como en el chiste “Virgencita que me quede como estoy”. Esperemos que de verdad cumpla su objetivo, aunque sin una dotación presupuestaria importante mucho me temo que será otro dicho popular el que apliquemos: “mucho te quiero perico, pero pan, poquico”

            Pero no quiero ser agorera, que ya tendremos todo un año, y más, para ver como va la cosa. Por mi parte, confieso que no he leído más que en diagonal, y aún ni eso. Porque a mí, como a mucha gente, los polvorones me confunden y los villancicos se me introducen en la meninge de modo que no puedo colocar en el cerebro otra cosa hasta que no desaloje a la zambomba y la pandereta. Pero estoy en ello.

No obstante, y sin perjuicio de estudiarme la ley a fondo, que juro que lo haré, voy a dedicarme a dos cosas que me llaman mucho la atención.

            Una es la cosa de los tribunales de instancia. Y llamadme escéptica, pero llevamos tantos años mareando la perdiz con cambios de nombre y proyectos de reforma que no sé si nos vamos a encontrar, de nuevo, con la aplicación de otro dicho popular: el de los mismos perros con distintos collares. Esperemos que no, pero confieso que me será difícil olvidarme del nombre de Audiencias Provinciales que he escuchado toda mi vida profesional. Claro que lo mismo pensarían quienes vivieron los antiguos juzgados distritos y la Audiencias Territoriales y sobrevivieron. Vaya si sobrevivieron.

            Otro tema que me preocupa, por lo de arrimar el ascua a mi sardina, es la prevista asunción de los delitos leves a los juzgados de paz. Si es así, y no hay fiscales de paz, ¿qué fiscal deberá ir, si es que va alguno? Ahí lo dejo, aunque la solución debiera ser asumir los delitos leves en que no interviene el Ministerio Fiscal, digo yo. Ahí lo dejo.

            Y tal vez la cuestión que más me inquieta es la atribución a los Juzgados de Violencia sobre la Mujer de los delitos sexuales. Que, por un lado, parece que ya era hora, porque lo preveía el Convenio de Estambul y el Pacto de Estado de 2017, y también la ley del solo sí es sí, que dio el plazo de un año que ya está más que caducado. Al fin y el cabo, se trata de violencias machistas, y si comparten naturaleza -aunque no siempre problemática con la violencia de género dentro de la pareja o expareja, parece razonable que así se haga.

            Lo que no parece razonable, en cambio, es hacerlo sin una previsión y dotación presupuestaria importante. Afirma por experiencia de muchos años que si a los actuales Juzgados de Violencia sobre la mujer exclusivos se les suma la violencia sexual el resultado será atasco seguro. Y si hablamos de los juzgados de violencia sobre la mujer no exclusivos, los llamados mixtos compatibles, el atasco será de proporciones cósmicas. La que avisa no es traidora. Así que ya pueden andar poniéndose las pilas si no nos quieren abocar al desastre.

            Para acabarlo de arreglar, en algunos sitios, como en mi Comunidad Autónoma, esto se junta con la implantación del enésimo proyecto de digitalización, pero esta vez parece que va en serio. Que dios nos pille confesadas, teniendo en cuenta, además, que esta Comunidad ha sufrido un terrible desastre natural cuyas consecuencias seguiremos sufriendo mucho tiempo. Y el ámbito judicial no es una excepción.

            Y no sigo por no darme, directamente, a beberme el cava y los licores que todavía quedan de golpe. Eso sí, tampoco daré el aplauso. Ya lo haré, en su caso, cuando todo esto entre en vigor y vea que sea posible.

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