Geografía: ¿estereotipos regionales?


              A veces, cuando algo reseñable ocurre en un lugar determinado, se acaba tomando la parte por el todo y el origen geográfico acaba relacionándose con ese hecho para siempre. En el cine, hay títulos muy ilustrativos como Divorcio a la italiana -también Matrimonio a la italiana- o Un seductor a la francesa. Y, cómo no, un Typical Spanish tan típico como toda una época.

              En nuestro teatro, el origen geográfico no debería afectar en nada, y como la igualdad ante la ley es lo que tiene, no puede hacerlo. Pero eso no quita para que determinados apellidos regionales o nacionales hayan marcado un modo de proceder hasta convertirse en parte de su nombre.

              Tal vez el ejemplo más conocido es lo que digo son llamadas querellas catalanas. Cualquiera de quienes transitamos por Toguilandia, sobre todo quienes cabalgan entre la jurisdicción civil y la penal, se ha encontrado alguna vez con una de ellas. La mayoría del mundo toguitaconado sabe qué son, una maniobra procesal que consiste en interponer una querella para llevar a la jurisdicción penal hechos que entran en el ámbito civil, usado con fines dilatorios, o destinada a conseguir la práctica de pruebas, o ambas cosas a un tiempo. Lo que es más desconocido es su origen, que suele atribuirse a una disputa, allá por la Edad Media, entre comerciantes genoveses y catalanes por un contrato, y los catalanes, en lugar de la negociación habitual, presentaron sorpresivamente una reclamación judicial, dejando descolocados a sus contrarios. En definitiva, las querellas catalanas han pasado a la cultura jurídico popular como un modo de proceder que van mas allá de obtener una resolución convencional. De hecho, pueden llegar retorcer la justicia tratando de obtener un acuerdo satisfactorio a cambio de retirar la querella, aunque eso no siempre sale bien. Porque puede costarles la torta un pan, que el hecho realmente entre en el ámbito del delito, y que el Ministerio Fiscal continúe a pesar de esa retirada de la querella, con lo que el pretendido acuerdo quede en nada. En cualquier caso, es una maniobra cuanto menos poco ortodoxa, y es injusto que el pueblo catalán cargue con este estigma jurídico. Pero es difícil luchar contra ello.

              Otro supuesto bien conocido es de las cartas nigerianas, también llamada “timo nigeriano” o “estafa nigeriana”. Se trata de un delio informático en que se hace creer a la víctima que puede obtener una gran suma de dinero a cambio de ayudar a sus autores a sacar del país un dinero supuestamente recibido por una herencia o similar, para lo cual el incauto ha de adelantar una cantidad, de la que ya se puede ir olvidando. El origen del nombre proviene de que el timo empezó con una carta de un supuesto príncipe o alto cargo nigeriano que se ganaba la confianza de la víctima, y que se generalizó en la deuda de los 90 desde Nigeria, que atravesaba una época de inestabilidad importante. Y, ya se sabe, la necesidad agudiza el ingenio. Y, en este caso, perpetúa el nombre, para pesar de todas las personas nigerianas de buena fe.

              Diferente s el caso del denominado “timo del nazareno”. Consiste en ganarse la confianza de la victima haciéndose pasar por una empresa solvente y dejarla colgada cuando hace una entrega considerable del producto de que se trate. Y, aunque alguien podría llevarse a engaño con el origen geográfico de esta práctica, nada que ver con ello. Recibe ese nombre como guiño a la Semana Santa, para aludir a la procesión de acreedores que se presentan ante la empresa estafadora, que ha tomado las de Villadiego.

              Sin embargo, el divorcio a la italiana, al que me refría al principio no supone, aunque pudiera parecer, algún modo de proceder el Derecho de familia que nos hubiera llegado dl país con forma de bota. Se trata del título de una película antológica, que, sobre todo, critica la hipocresía social. Así que no me resisto a reproducir una frase de otro cineasta, Clint Eastwood “Dicen que los matrimonios están hechos en el Cielo, pero también en el Cielo están hechos los truenos y los relámpagos” Ahí queda eso.

              Otra alusión geográfica con la que nos encontramos de vez en cando, por desgracia, es la del puño americano. No es ninguna figura jurídica ni pseudo jurídica, pero sí es un arma prohibida, peligrosa, y que suele verse en peleas entre bandas o incluso delitos de odio violentos. Y, en este caso, aunque el rigen no es americano sino de la antigua Grecia, pasando por Roma y hasta por Japón, fue la producción en serie en Estados Unidos en la Guerra de Secesión, en que los fabricaban con el plomo de las balas, lo que les cargó el sambenito. Qué le vamos a hacer.

              Y, por supuesto, no podemos olvidar determinadas prácticas sexuales que, realizadas sin consentimiento, darán lugar a delitos contra la libertad sexual, como el griego o el francés. No hace falta que diga mucho más.

              También podemos aludir a otras conductas “geografizadas” como “despedirse a la francesa”, que podría servir para definir un abandono de familia de los de antes, o a atributos tan estereotipados como la puntualidad británica -que ojalá cundiera como ejemplo en juicios-, la disciplina germánica o la rigidez soviética. Y alguna más que seguro que me dejo.

              Y para acabar hoy, y antes de cerrar el telón, el aplauso. Que, en mi caso, viene desde Valencia, como la paella, la horchata y las Fallas, y lo dedico a quienes pasan por encima de todos esos estereotipos regionales que, en muchas ocasiones, son muy injustos

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