Vacaciones soñadas: vacaciones destoguitaconadas


              Ya sabemos que hay muchas películas de vacaciones, o películas ambientadas en las vacaciones, o ambas cosas a la vez. Y series de televisión, con la ya clásica Verano azul a la cabeza. Y es que esa parte de nuestras vidas es esencial para hacer un kit kat o recargar pilas. Y aunque no todas sean tan deliciosas como Vacaciones en Roma, se hace lo que se puede.

              En nuestro teatro, las vacaciones son un momento que esperamos todo el año. Sobre todo, porque, antes de empezar a disfrutarlas en la medida en que se pueda, hay un momento de síndrome del fin del mundo en que parece que hay que dejar todo finiquitado al precio que sea. Como si en el Juicio Final nos fueran a tratar mejor por tener las mesas vacías.

              Por eso, este año he realizado una pequeña encuesta en redes sociales acerca de cómo serían las vacaciones soñadas de un o una jurista. Dejaba abiertas todas las posibilidades, desde hacer un viaje espacial con los protagonistas de Star Trek o La Guerra de las galaxias hasta dar una vuelta al mundo a lomos de un unicornio, pero mi gozo en un pozo. Las respuestas tenían tanto que ver con nuestro trabajo que hasta me dieron un poco de pena. Así que ahí van.

              Y como el refrán dice que el burro delante para que no espante, empezaré por mí misma. Mis vacaciones soñadas siempre serían en un lugar con playa, lo más idílica posible. Y, una vez allí, me dedicaría a pasear, a disfrutar del agua y del sol y, por supuesto, a escribir, que una no puede desprenderse de este vicio. Aunque, si aprieto un poco las tuercas de mi imaginación, me gustaría hacer un viaje en el tiempo y permitirme volver a una edad donde las mejores compañías de ballet se pelearan por mí como hacen los equipos de fútbol cada verano con algún divo del balompié. Y bailaría, bailaría y bailaría, sin que me dolieran los pies ni me pudiera en cansancio, que ya que el sueño es mío lo gestiono como quiero. Eso sí, no quiero ni pensar cómo sería la vuelta…

              Pero la mayoría de mis compañeros y compañeras no llegan tan lejos. Una juez amiga se conforma con irse sin papel en la mesa y volver del mismo modo, sin nada en la mesa. Un verdadero imposible. También los fiscales soñamos con mesas vacías, a la ida y sobre todo a la vuelta, hasta el punto de que apunta un compañero que la verdadera prueba del nueve es que al regreso hayas olvidado todas las contraseñas y se te bloqueen las aplicaciones Una fiscal, también buena amiga, me dice que sus vacaciones soñadas serían con un Código Penal en la maleta. Entiendo que en el último rincón de la maleta y sin sacarlo nunca de paseo, desde luego. Hay quien se atreve a ir más lejos y pide unas vacaciones sin móvil.

              Otra compañera jueza suela con viajar tan lejos que no se acuerde del trabajo. Y en el mismo sentido, dice un fiscal que sus vacaciones soñadas serían en cualquier lugar del mundo con una naturaleza lujuriosa y silencio absoluto, sin ninguna conexión con circulares, instrucciones y comunicaciones varias de la Fiscalía General y, para rizar el rizo, sin cobertura de móvil. Pura ciencia ficción.

              Por su parte, desde la abogacía, sobre todo, sueñas con unas vacaciones sin notificaciones, con Lexnet absolutamente muerto y, para más inri, con los plazos congelados. Casi nada. Y sé que alguien sumaría a eso una maleta llena de libros y leer sin parar cosas que nada que tengan que ver con el Derecho o, mejor dicho, con la aplicación del Derecho por nuestra parte.

              No obstante, he de decir que mi aportación preferida es la de una fiscal de mi tierra que propone, en una línea folklórica no exenta de rebelión, hacer una falla con todo lo que encontremos a nuestra vuelta, y terminarla con una cremà como dios manda, que para eso son las fallas. Algo que me recuerda una leyenda urbana que corría por ahí respecto a los destinos en islas, la de la diligencia de fondeo de todos aquellos procesos que nos amagan la existencia.

              En definitiva, bastante poca imaginación he encontrado para las vacaciones en Toguilandia. Habría que preguntarse cómo estaremos para que solo soñemos con armarios y mesas vacías, pero es lo que hay. Así que daré el aplauso a todos esos soñadores y soladoras toguitaconadas que me han ayudado con sus aportaciones. Ojalá nuestros sueños se hagan realidad y no haya papel a nuestro regreso. O, al menos, haya el mínimo posible.

Deja un comentario