Blabladurías: con los Abadía hemos topado


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Los dichos, refranes y frases hechas dan mucho de sí. Tanto, que muchos títulos de libros, películas u obras literarias echan mano de ellas o las usan hasta retorcerlas para provocar un efecto hilarante o cualquier otro. En el nombre del Padre, Gary Cooper que estás en los cielos, No me chilles que no te veo, El cielo puede esperar, Nunca digas nunca jamás o Amanece que no es poco son algunos de los muchos ejemplos que podemos encontrar. Seguro que se nos ocurrirían muchos más

Y lo que hoy traigo no es que me lo haya encontrado, es que me lo han reglado, aunque confieso que es un regalo muy esperado desde que supe de su existencia por un abogado, Jorge Abadía, al que le agradezco no solo el regalo sino la dedicatoria. Y seguro que quienes me leéis agradecéis a él, a su padre Gonzalo, y a sus hermano,s Javier Rafael y Alfonso la recopilación de lo que ellos llaman Blabadurías y con lo que me va a salir, a poco que me esmere, no uno sino varios estrenos preciosos. Con esta materia prima sería imperdonable que no lo fueran.

La Blabadurías son dichos retorcidos hasta provocar cuanto menos, una sonrisa, como hemos visto más de una vez en este teatro, y como vemos casi a diario en sus tables. Precisamente ahí vamos, a ver cómo podrían aparecer donde una menos se lo espera. En Toguilandia, por supuesto. Y, sí, No seas pájaro de paragüero y pienses que no me va a quedar bien, que de eso, nada. Me va a quedar un post niquelado, y lo difundiré A pompo y platillo.

Así que vamos al lío, que no quiero irme con los perros de Úbeda -salvo que sea con uno llamado Yuri, él sabe por qué- y que todo quede en agua de borrascas. Por supuesto, no voy a cortarme un pelo, que a poco que me dejen me vengo arriba y ya se sabe que no se pueden poner vallas al cielo, ni se puede estar en lo más alto de la cresta de la ola, que eso es algo de cajón de pato.

Hay quien se empeña que en los Juzgados hay que ser soberbio, callado y peripuesto para que nos tomen en serio. Pero creo que no es cuestión de qué, sino de cuándo. El sentido del humor debería de ser el primero de los sentidos, y nadie lo incluye siquiera entre los cinco a que se alude siempre. Y ya sé que me arriesgo a que alguien me diga como aquel: me parece súper interesante lo que me cuentas, así que, por favor, manténme al margen. Y por si hay alguna duda,  lo repetiré, que Nada más cierto que la realidad.

Y no es que yo quiera ser correctamente política que ya sabemos que en Toguilandia, cuando de política se trata más vale tener cuidado, que es un Tema Vudú. De hecho, yo ni entro ni corto y si alguien espera que lo haga, ya se puede quedar esperando sentado, que ni por debajo de mi cadáver. Y aunque me intenten convencer y para ello me adornen la píldora, yo como los jueces, callando, callando y con el mazo dando.

Hay que reconocer, de todos modos, que a veces las cosas se sacan fuera de tiesto, y basta con mentar cualquier juicio mediático para verlo. O mejor dicho, para oírlo, y lo digo sin actitud hacia nadie. Pero es que hay que andar con cuidado, que hoy en día los medios y las redes nos sueltan cualquier cosa y  hay gente que se lo cree a pies puntillas, que ni la Paulova en su apogeo, vamos Y por más que quieras convencerlo de lo contrario, nada, ni aunque les propongas sentarse encima de la mesa para llegar a un acuerdo. Quien no quiere atender a razones, se queda con su idea, por más que esté Rizando el bucle sin parar.

En muchas ocasiones es difícil mantener la compostura ante algunas afirmaciones de nuestro público. ¿Qué hacer cuando alguien dice que el alquilino no le paga y que por eso es un estafador con todas sus palabras? ¿O cuando explica que le pagaron en parte en dinero y en parte en especias, que lo veo echando guindas, canela y clavo al pavo como si no hubiera un mañana?. Pues hay que disimular, no vaya a ser que el cliente decida rescindir de tus servicios, por más que tú llevas trabajando en el asunto siempre al pie del camión.

¿Qué hacemos cuando alguien se empeña en contarnos que le han pillado con las manos en el carrito del helado? Pues tratar de aguantar la risa, pensando mientras tanto que en todas partes cuecen almas. Porque eso es así, y no nos vamos a arriesgar las vestiduras por reconocerlo- ¿O sí?

No voy a acabar sin contar otra cuestión tan real como la vida misma, la del individuo que pedía que le sustituyeran la pena de prisión por trabajos en beneficio de la comodidad. Pues claro, yo de esos también quiero.. Voy a ver si el Médico Florense dice que son lo más adecuado y asunto concluido. Yo, si alguien me dice eso, estoy segura de que lanzo una flecha en su favor. No me merece menos, y eso aunque su Señoría se quede Superfacta con la propuesta.

Y hasta aquí las Blabadurías de hoy. Me quedan una cuantas en el tintero para otras ocasiones, que traeré gustosa a nuestro escenario si el público pide un bis. Hoy solo me queda el aplauso para la familia Abadía, que son quienes han inspirado este estreno. Porque el sentido del humor es el mejor de los sentidos, sin ninguna duda.

2 comentarios en “Blabladurías: con los Abadía hemos topado

  1. Pingback: Divertimento: más blabadurías | Con mi toga y mis tacones

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