Delitos navideños: ¿jojojojo?


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La verdad es que una se da cuenta de la cantidad de películas que se hacen con motivo, causa o efectos navideños cuando, llegadas estas fechas, comprueba que a determinadas cadenas de televisión les ha dado para emitir una cada día desde principios del mes de noviembre. A las conocidas Feliz Navidad (mi preferida, sobre un hecho real sucedido en el frente en la Primer Guerra Mundial), Qué bello es vivir, La gran familia y sus secuelas,  Love Actually y las sucesivas versiones de Papá Noel, hay que sumar la reciente Last Chritsmas y toda una cantidad de cintas que no tendremos tiempo ni estómago que tragar.

Que nadie se me asuste, que aún no he sufrido una sobredosis de glucosa por el consumo de polvorones, y tampoco he consumido tanto cava que me impida sostenerme sobre mis tacones, con toga o sin ella. Qué va, si entre guardia y guardia apenas da tiempo a nada. Eso sí, me dio por pensar el lado jurídico de la Navidad. Y creo que será algo muy distinto de lo que estáis pensando. Pero tendréis que seguir leyendo para comprobarlo.

Por supuesto, la Navidad tiene sus cosas características, también en Toguilandia. El consumo de alcohol, que multiplica la frecuencia de delitos contra la seguridad vial, la forzada convivencia, que convierte la vida familiar en un polvorín donde violencia de género o doméstica latente puede estallar, las cenas familiares, que exasperan los ánimos hasta poder incurrir en cualquier tipo de delitos de expresión contra el cuñado de turno -eso más antes que ahora, que la destipificación de muchas faltas nos ha quitado mucho juego- o la concurrencia de gente, que convierte a algunos lugares en paraíso de carteristas, son algunos de los delitos propios de estas fechas. Pero hay mucho más, sin duda. Y mucho más pintoresco.

¿Alguien se ha planteado la de delitos que nos pasan desapercibidos en las típicas estampas navideñas? Porque la cosa tiene tela. Veámoslo si no.

Empezaremos  por el Nacimiento tradicional, el que da origen a la Navidad de toda la vida. Lo primero que debería llamarnos la atención es que María y José debían ser unos sinpapeles, que estaban precisamente en vías de regularización cuando llega el parto. Y, por supuesto, la conducta de los dueños de la posada que, a pesar de la tripa de María, se niegan a alojarlos, podría ser un claro ejemplo de omisión del deber de socorro. Y hay que ver, mucho hablar de Herodes y poco de estos posaderos que casi impiden que nazca el Niño Jesús con su falta de empatía.

Luego está el tema del pesebre, que no es poca cosa. Eso de tomar posesión así, a las bravas, del recinto, podría ser, sin duda, una usurpación de inmueble. Eso sí, con una eximente de estado de necesidad del tamaño de un piano de cola, y aún me quedo corta- Y lo de tener al niño en pañales, con un frío que pela, ojo, que podría haber llevado a sus padres derechitos a los Servicios Sociales. Y si no, mirad cualquier Belén, ¿por qué ellos van con túnica, manto y toda la parafernalia y el niño con un pañalito de nada? Y sí, sí, podrán decir que como es Dios, todo lo puede y ni se constipa ni pasa frío, pero a ver como pruebas eso en un tribunal.

Después está la cuestión de toda esa gente que viene a adorar al Niño. Ojo cuidado, que ahí hay mucha tela que cortar. Empezando por el dichoso tamborilero. Que me perdone Raphael, pero lo de ese niño es delito contra el medio ambiente, por contaminación acústica de todas todas, tanto rompopompon no supera un medidor de decibelios seguro.

¿Y lo de la lavandera, y los pastores, trabajando en festivo y de noche? Seguro que lo hacen en negro, sin seguridad social y sin declarar nada. Y no es que haya que ir contra ellos, pobrecitos, que ya tiene bastante con lo que tienen, pero me apuesto lo que sea a que había un empresario ganadero o textil aprovechón. Que no hemos inventado nada.

¿Y los Reyes Magos? Vienen de lejanos países, sin visado ni nada, y traen materiales preciosos sin pasar por aduana. Se intuye el delito de contrabando a la legua, vamos. Y lo del oro está claro, pero lo del incienso y la mirra pudiera ser que fuera la tapadera de sustancias estupefaciontes o algo parecido. ¿O acaso conocéis a alguien que haya necesitado mirra alguna vez? Y no olvidemos la cuestión de los camellos, que hacerlos llegar desde tan lejos roza el delito de maltrato de animales si no se integra plenamente en él.

Quizá estéis pensando que exagero, con eso de los Reyes y los animales, pero de eso nada. ¿Cómo calificaríais, si no, el hecho de hacer trabajar a los pobres animales todas las noches del 5 al 6 de enero cargados de regalos para ir de acá para allá llevando paquetes a los niños y niñas del mundo? ¿A que tengo razón?

Y si vamos a Papá Noel, la cosa todavía se pone más grave. En primer lugar, tiene una factoría donde se hace trabajar a menores y elfos noche y día para fabricar los juguetes. Delito contra los derechos de los trabajadores y delitos contra los derechos de la infancia sin duda alguna. Pero no se conforma con eso. Luego agarra a unos renos y también los explota, haciéndoles volar arrastrando un trineo cargado de paquetes. Más delito de maltrato animal. Y no se conforma con eso, qué va. Comete un montón de allanamientos de morada entrando en todas las casas, y encima se plimpla el cava que le dejan, con lo cual al cabo de varias casas la conducción de trineo bajo los efectos de bebidas alcohólicas está cantada.

Me dicen, además, que hay una leyenda urbana según la cual los Reyes Magos, que defienden que llegaron primero con eso de prior tempore potior iure, han contratado un detective para que localice a ese impostor de Papá Noel que les está robando el puesto. Y no es que yo quiera meter cizaña, que soy muy fan de los Reyes Magos, pero eso huele de lejos a delito de coacciones.

Así que, ahí lo dejo. Si veis que, llegado el momento, no han aparecido ni Papá Noel ni los Reyes a dejar sus regalos, no los pongáis en busca y captura. Mirad en la comisaria más cercana, que igual están allí. Y, si os parece injusto, ya sabéis que tenemos en procedimiento de habeas corpus para tratar de remediarlo. Y podres de quienes estén de guardia para resolverlo. Aunque siempre cabe alegar amistad íntima o enemistad manifiesta -según hayan o no gustado sus regalos- para tratar de inhibirse. Igual cuela.

Ahora voy a preparar la pandereta y la zambomba para dar el aplauso. Dedicado hoy a todo el mundo que, de uno u otro modo, forma parte de nuestro teatro. Felices fiestas.

 

 

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