Cortaypega: arma de doble filo


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Las prisas no son buenas consejeras. Y la ambición, en muchos casos tampoco. Pero una, y otra, y mil razones más, como el oportunismo, hacen que las obras no sean tan propias como debieran, ni tan originales como se supone que son. Todos conocemos casos de plagios famosos. O de famosos que, sin saber apenas escribir sin faltas de ortografía –para qué hablar de sintaxis- se descuelgan con un novelón que ni el Quijote, y se hinchan a firmar ejemplares en librerías y ferias varias mientras talentosos escritores se ven obligados a pagar por publicar sus obras si es que las quieren ver publicadas. Cosas de la fama. Y de la vieja historia de usar un “negro”, alguien que pone el talento y el trabajo para que otro ponga el nombre y haga el egipcio. Expresión ésa de «negro» que, por cierto, habríamos de mirar de ir desterrando.

Nuestro mundo tampoco se libra de ello. Y no me refiero a que se use a otro para poner sentencias, hacer calificaciones o redactar dictámenes. Que puede ser, no digo que no, pero casi ninguno somos tan famosos como para que nuestra firma cotice tanto.

Pero sí tenemos otra modalidad de fagocitar el trabajo ajeno, Y hasta propio, si me apuran. El famoso corta-y-pega que tan útil nos resulta pero que tiene una bala guardada en la recámara. Como el John Wayne de los mejores tiempos. Desenfunda, forastero. Y que nuestro western no se convierta en una caricatura, como la del Ozores de otro tiempo en Al Este del Oeste. Dios nos libre. O no. Que el humor siempre ayuda, venga de donde venga.

Me contaba un compañero una anécdota que hoy le tomo prestada. Una sentencia pretendía hablar de determinado post en un blog. Y hete aquí que el corrector automático se empecinó en hacerle una gracia –cuantas veces pasa eso..- y convierto el post en posit, voz castellanizada que alude a esos papelitos que tan útiles nos resultan y a los que ya dedicamos un estreno, con su hija la positprudencia. Y, ya venido arriba, decidió que el escritor del post en cuestión, en pura coherencia, sería un positero. Ahí es nada. Y ahí son nada también las risas que suscitó al auditorio. Y las que me temo seguirá suscitando si la redacción persiste y se difunde en el tiempo y el espacio a través del dichoso corta-y-pega.

Y es que nos ponemos a cortar y pegar y no vemos un mañana. Y luego pasa lo que pasa. Como lo que cuenta otra compañera en que también se alinearon los planetas, el corta y pega y el corrector e hicieron una buena ensalada. Porque el corrector se empeña con convertir las notificaciones telemáticas en telepáticas. Y claro, si uno no se fija, así salen al mundo, invitando al justiciable a que haga un ejercicio propio de Rappel y le lea la mente al juzgado. Falta saber si lo consigue, que quizá la solución a los problemas de la Justicia esté en un programa de adivinación con la Bruja Lola con toga poniendo dos velas negaras y nosotros sin saberlo.

Pero esto no es nuevo. Recuerdo que cuando estaba en la Escuela judicial –entonces se llamaba así- un profesor, magistrado de la Audiencia Nacional por aquel entonces, que nos hizo escribir una palabra “espurio”, tras pronunciarla él. Nos sorprendió. Luego supimos que era una especie de experimento. Dicha voz fue mal escrita en una sentencia que sentaba la doctrina sobre el valor del testimonio de la víctima. Y fue traspuesta en su incorrecta grafía una sentencia tras otra cada vez que aludían a la doctrina en cuestión. Hace más de veinte años, pero hoy la RAE ya admite lo que en su día era incorrecto, por el uso reiterado que de ella se hacía. Para que luego pensemos que estas cosas no tienen efectos. Solo espero que nadie confunda vasto con basto, porque la diferencia entre una vasta jurisprudencia y otra jurisprudencia basta dejaría muy mal a sus señorías.

Y ejemplos encontramos a diario. Jueces que se ponen en libertad –o en prisión- a sí mismos, citaciones como imputado -perdón, investigado- al procurador, fiscales que piden la apertura del juicio oral para alguien que nada tiene que ver.. Cosas del corta-y-pega en combinación con el uso de plantillas y la intervención de algún diablillo travieso. Pero de todas éstas, mi favorita es la citación como testigo de Juan Luis Guerra, allá por los tiempos en que pedía que lloviera café en el campo, porque era uno de los cientos de cantantes cuyas obras andaban reproducidas ilegalmente en los CD,s de un . Y menos mal que los discos incautados no eran de Elvis o de Freddy Mercury, porque quizás hubiera que acudir el brujalolismo de que hablábamos al principio de este estreno, con su dos velas negras y todo.

Así que, aunque parezca un corta-y-pega de otros post, el aplauso hoy es para todos aquellos que saben emplear las ventajas en beneficio del ciudadano. Eso sí, sin olvidar dedicar una sonrisa a aquellos cuyos gazapos nos proporcionaron un buen rato. Que el buen humor también tiene premio.

8 comentarios en “Cortaypega: arma de doble filo

  1. Que acertado el artículo. No hay Decreto, Providencia o Sentencia donde no haya erratas de todo tipo. Nombre propios mal escritos, no digamos ya los nombres de empresas….
    Si los documentos del Juzgado los tuviera que calificar un Registrador nos íbamos a enterar…..

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