Cumpleaños: un año de toga y tacones


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                Cuando, hace ya un añito, decidí dar comienzo a la función en este gran teatro de la justicia lo hice casi como un juego. Hacía tiempo que acariciaba la idea de tener mi propio espacio para dar mi particular visión de este mundo en el que habito, una visión que nos acercara a la gente y sirviera para descartar esa concepción que existe de la justicia como algo sacrosanto, lejano y más bien casposo. No sé si lo estaré consiguiendo, pero ahí sigo, que a cabezota no me gana nadie.

                El caso es que la idea me vino a la cabeza al informar en un juicio de jurado. Se me ocurrió explicar a los miembros del jurado cómo funcionábamos comparándonos con una representación teatral, y parece que la cosa funcionaba… y hasta gustaba. Así que me puse manos a la obra y decidí convertirlo en mi propio proyecto. Y, como era mío, me asigné la misión de dirigir esta función, sin casting ni nada, a ver qué opinaba el público. No obstante, reconozco que he hecho trampa: tan pronto asumo esa función de directora como me convierto en la voz en off, o me meto en la piel de alguno de los personajes, fundamentalmente el que interpreto con más frecuencia, el de fiscal, aunque también soy ciudadana, público, o me puedo convertir en testigo, víctima o crítico si me viene en gana. Pero bueno, como de espectáculo se trata, más que trampa sería una licencia artística, o un recurso escénico. O sea, lo que viene a ser “porque yo lo valgo”.

                A lo largo de este año hemos asistido ya a más de 100 representaciones, por las que han pasado la mayoría de los protagonistas: jueces, fiscales, secretarios judiciales , médicos forenses , funcionarios, médicos forenses, abogados, procuradores, iintérpretes, peritos, abogados del estado, sustitutos, periodistas y todos los que asumen un papel en nuestra función por razón de su profesión. Hasta el Ministro ha pasado por ella. Y, como no podía ser de otro modo, también han desfilado ante nuestro escenario muchos personajes cuya intervención no tiene que ver con su profesión, sino con su condición de ciudadano, precisamente, porque la justicia es de todos y no el patrimonio exclusivo de quienes, mal que bien, nos ganamos la vida con ella. La gente que vive del delito, como me dijeron una vez. Y ahí están, además del ciudadano, el público o la sociedad sociedad protagonistas tan importantes como el imputado, que ya hasta su nombre ha perdido en este tiempo, las víctimas víctimas los testigos o el jurado

                Y, en las representaciones, también han querido aparecer otros personajes que no se ven pero se sienten. Y vaya si sienten. Como el caso de la ilusión ilusión, el tiempo tiempo, la solidaridad solidaridad o el compañerismo Y se han lucido mucho, por cierto.

                Hemos recorrido los diversos escenarios donde se desarrolla nuestra función, desde las más glamurosas salas de vistas hasta esos inquietantes calabozos que una nunca se acaba de acostumbrar del todo a visitar , pasando por el juzgado de guardia o los despachos, por descontado, o las visitas al exterior, sean a instituciones,  cursos o de cualquier otro modo.

                Y subida en mis tacones tacones y armada y pertrechada con mi toga, esa capa maravillosa, puñetas incluídas, he podido conducir a quien tuviera a bien seguirme hasta los distintos tipos de actuación que tenemos, como si fuera Campanilla, y llevara a Peter Pan y sus amigos al Reino de Nunca Jamás. Y, juntos, nos hemos adentrado en diferentes órganos como los Juzgados de Instrucción, los de Violencia de Género, los procesos electorales, los Juzgados de Familia, el Registro CivilExtranjería y hasta hemos visto la ejecución y los recursos. Incluso nos ha dado tiempo a decir adiós a los juicios de faltas, que tanto tiempo nos han acompañado y que han sido reemplazados por los levitos, aunque no sabemos si darán tanto juego. Hasta con el juicio final nos hemos atrevido (https://conmitogaymistacones.com/2015/02/03/el-juicio-final-como-seria/), que no se diga. Y lo que nos queda por ver, que nadie se piense que la función ha terminado, que nos queda cuerda para rato. Que aquí se cumple a machamartillo eso de que el espectáculo debe continuar. Show must go on.

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                Pero he de reconocer que como directora también he dejado salir a la niña protestona que llevo dentro, y no he dejado de quejarme de la precariedad con la que trabajamos –más bien diría cutrez-. Y sí, me he despachado a gusto con los medios materiales), la informática, las carpetas, etiquetas y hasta los pósit. Y tantas y tantas cosas. Y lo que te rondaré, morena, que decía la copla, me temo. Pero ahí seguiremos, dando la lata con nuestros ordenadores del Pleistoceno, entre cuño y cuño. Si las montañas de papel nos dejan, claro. Y mientras el público quiera. O mejor, mientras quienes hayan de poner mejores medios no lo hagan, y sigan mereciéndose que les arrojemos tomates virtuales. Y hasta reales, llegado el caso.

                Ha sido un año muy intenso. Hemos tenido que soportar la locura del legislador, que ha pisado el acelerador de las reformas y nos está friendo vivos a costa de revisar y estudiar estudiar Y no solo a quienes ya tenemos papel en la función, vaya que no. También a todos esos estudiantes de Facultad, alumnos en prácticas y sobre todo opositores opositores, el ser más sufrido del mundo, que solo puede estar seguro que siempre le quedará Pacicos de mi vida, además de sus preparadores, claro, y sus abnegadas familias familias. Así que aprovecho para decirles lo que les digo siempre, que les esperamos al otro lado, que aquí sigue faltando mucha gente. Que solo tienen que cruzar el Rubicón de ese examen sin que les invada el pánico y antes de que lo piensen, se enfrentarán a su primer destino. Y que el esfuerzo vale la pena.

                Juntos hemos celebrado muchos de esos días temáticos que nos invitan a reflexionar, como el Día de la Mujer, el de la violencia de género, el de la Justicia Gratuita, el del trabajador trabajador, el del libro y varios más. Incluso el Día de los Inocentes Y nos hemos ido de vacaciones de Navidad, de Fallas, o de permiso Y hasta hemos echado un sueñecito cuando tocaba. También enviamos nuestra carta a los Reyes, como los niños, con toda la ilusión, aunque a día de hoy veo que no nos han traído la mayor parte de cosas que pedimos. Pero no perdamos la esperanza, que nunca se sabe. Yo aún miro mi armario a diario esperando que hayan llegado la varita mágica y la bola de cristal que me hacen falta.

                Y, entre visita y visita, hemos tenido momentos divertidos, y momentos tristes. Como la vida misma. Y hemos hecho guiños a la comedia, repasando esas leyendas urbanas con que mucha gente nos identifica (mitos y juicios y mitos y justicia) y que tan poco se parecen a nosotros mismos. Pero también momentos duros, como el adiós a personas importantes (Soledad Cazorla y Angel Illescas) que nos han dejado inesperadamente.

                Como decía, ha sido un año intenso. Pero que nadie se haga ilusiones, que mi toga, mis tacones y yo misma pensamos seguir ahí, representando nuestras dos funciones semanales y sus correspondientes reestrenos en sesión continua. Que si Ana Rosa o Jorge Javier pueden, yo no voy a ser menos. Faltaría más.

                Así que hoy el aplauso ha de ser especial, especialísimo, porque especial es el día. Un año de vida, más de 100 estrenos y cerca de 100.000 visitas y una fanpage de 2400 seguidores (Con Mi Toga Y Mis Tacones) no son cualquier cosa. Por eso hoy os pido que permanezcáis sentados en vuestra butacas. Y dejad que sea yo quien, con mi toga y mis tacones, os dé la más fuerte de las ovaciones a todos y cada uno de los que habéis entrado en este teatro. Porque la función no es posible sin el público.

11 comentarios en “Cumpleaños: un año de toga y tacones

  1. Me encanta Susana. Gracias. He comenzado esta semana a leerte, ya que un amigo juez colgó un enlace a tu artículo de opositores en facebook. Lo leí… y me hice seguidora tuya! Además, yo también voy «subida» siempre en mis tacones…. 🙂
    Sólo soy por ahora estudiante de Derecho, pero tras estos tres primeros cursos, con muchas ganas de comenzar a aprender, pero de verdad…
    Soy de carreras de Ciencias puras y nunca, nunca, nunca, y menos después de casarme y tener un hijo ya de once años, pensé que ésto del Derecho fuera (o pudiera ser) lo mío, pero.. las vueltas que da la vida!! que tras dos o tres años de intentar hacerme con una plaza de técnico de medio ambiente, y metida entre «los derechos», constitucional, administrativo,… finalmente conseguí al menos a un puesto laboral en la administración local como auxiliar administrativo, pero como mis objetivos son muchos y más altos… y la crisis dejó en la cuneta al medio ambiente….aquí me veo casi entrando en el último año de esta maravillosa carrera.
    Quiero entrar en ese «teatro»…. Conseguirlo puede ser difícil, pero no imposible.
    Continuaré leyéndote para comprender mejor las entrañas de ese mundo al que algún día como digo quiero pertenecer… Aunque yo también.. me estoy dejando en el intento, mi vista bastante más tocada de lo que la tenía ya…
    De nuevo, gracias.

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  2. Pingback: Trianiversario: la vida sigue igual | Con mi toga y mis tacones

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