Examen: pistoletazo de salida


FB_IMG_1425896652072

                Vivimos tiempos duros, y para cualquier cosa que hagamos tenemos que estar bien preparados. Los artistas no son una excepción, y atrás quedaron los tiempos en que cualquiera con talento y vocación se metía en el mundo de la farándula. Ahora, además de talento y vocación, es necesaria la formación. Y mostrarla y demostrarla en cada audición, en cada casting, en cada selección, quemando una fase tras otra hasta que solo quedan los mejores, los elegidos, los llamados para la gloria. Como esas sucesivas pruebas de A chorus line, o las sucesivas eliminaciones del maratón de baile de Danzad, danzad, malditos

                En nuestro teatro sucede exactamente igual. Desde el día que entramos en la Facultad, vamos superando etapas hasta llegar a la meta que cada uno se haya fijado. Vamos dejando gente en el camino y debemos seguir adelante sin mirar hacia atrás, es lo que tiene. Cualquiera de los personajes más o menos fijos de nuestra función lo ha experimentado en carne propia, y llegar a la meta es una sensación fabulosa, por más que sea una meta en cierto punto engañosa, porque no es el final de la maratón, sino el punto de partida de una nueva en la que hay que seguir corriendo, aunque sea a otro ritmo.

                Pero hoy quiero acordarme de un modo especial de una de las etapas más duras de esta carrera: el examen de oposición. Ese momento en que te juegas en un solo instante el fruto de años de esfuerzo, ese punto en que tu vida se divide en un antes y un después, esa línea que marca la diferencia entre los parias de la tierra y los elegidos. Casi nada. Algo que afecta no sólo al que se examina sino a todo ese mundo que gira a su alrededor: familia, pareja, preparador, amigos, compañeros. Todos esos proyectos que quedaron en suspenso hasta que llegue el momento. Cuando apruebe… esa frase que se repite varias veces al día.

                Porque un opositor es un superhéroe. Y conste que esa idea no es mía, sino de Marta, que me la cedió amablemente junto con la imagen que ilustra este post, y a la que estoy segura que pronto contaré entre mis compañeras. Que alguien me diga si no cómo llamaría a quien pasa todas las horas del día encerrado en su casa o en una biblioteca, con bata, chándal y zapatillas, con Códigos y apuntes por toda compañía, ajeno a que llueva o haga sol, ignorando si es laborable o festivo, y viendo cómo el resto del mundo, el que no oposita, sale a la calle, se divierte, hace planes o improvisa. Que vive, en una palabra.

                Tal vez alguno esté pensando que exagero. Pero seguramente nadie que lo haya vivido piense eso. Y recuerda cuando el tiempo se mide en días de cante, cuando ya no se usa el reloj sino el cronómetro, cuando se relacionan los números de los autobuses con el de los temas, cuando se tiene taquicardia cada vez que se avecina una reforma, cuando el BOE se convierte en una amenaza, cuando entra ansiedad porque se acabaron los pósits o el rotulador fosforescente que es imprescindible, cuando se vive un constipado como un drama porque el dolor de cabeza no deja estudiar, cuando un tema mal cantado es una tragedia de proporciones cósmicas, cuando los horarios de las comidas se viven en función del momento en que se acaba un tema, cuando las dudas perturban el sueño.  Verdaderos superhéroes y superheroínas. Más aún teniendo en cuenta que ese momento en que la vida cambie puede que no llegue nunca. El aprobado se convierte en un sueño inalcanzable, en el objetivo, en la medida de todas las cosas. Algo inalcanzable pero que hay que alcanzar a toda costa. Ya quisiera yo ver en ese trance a Superman, a Batman o a Catgirl. O a los tres juntos.

                Conozco muchos de esos superhéroes anónimos. Y a todos les deseo suerte. Pero, como si esto fuera un programa de radio, quiero dedicarles esta canción a algunos en especial, ahora que se aproxima su gran día. A mis chicos, que se han convertido en parte de mi vida. A Marta, dueña del copyright, y a Teresa –me tendré que acostumbrarle a apearle el diminutivo, que una Teresita togada no queda seria-. En definitiva, a todos ésos que sabéis quién es Pacicos, y lo enamorada que estaba su Matilde de él.

                El aplauso por eso se convierte hoy en ovación cerrada para todos esos superhéroes y superheroínas que se dejan las cejas, las horas y parte de la vida en la apuesta por un futuro incierto. Ya sabéis que os espero al otro lado. Os necesitamos mucho.

14 comentarios en “Examen: pistoletazo de salida

  1. Leer esta entrada me ha puesto la piel de gallina…q palabras mas alentadoras!gracias!es mi sueño y creo que la clave es tener fe en uno mismo,visualizar la meta i no detenerse hasta llegar. creo que quien aguanta gana i x mi parte QUIERO GANAR!!!animo a todos!!!

    Me gusta

  2. A la vez q acabas de describir mis últimos 3 años de «vida» siento que estás describiendo mi futuro. No tengo más palabras que agradecer tus anónimos ánimos y felicitarte por la manera de hacerlo.

    Me gusta

  3. Que entrada más bonita. Muestra cariño y sobre todo empatía con los que aun estamos al otro lado, y luchamos por conseguirlo. Y es que nadie puede entender lo duro que es opositar y que tus horarios de comida dependan de lo extenso de un tema, hasta que no se ponen a ello. O cuando el boe supone tu día a día y cuando abres las alertas legislativas que te llegan al correo, y temes que hayan reformado una u otra ley que afecta a tu temario. Suscribo todas y cada una de tus palabras y todo mi animo a las personas que el domingo se enfrentan a su primer paso para conseguir aquello por lo que llevan años luchando y trabajando, sin entender de fiestas, ni domingos, más que de planes pospuestos para cuando al fin aprueben. Gracias por tus palabras y por hacernos entender, que es posible.

    Me gusta

  4. Pingback: Cumpleaños: una año de toga y tacones | Con mi toga y mis tacones

  5. Pingback: Paciencia: de lo que hay que armarse | Con mi toga y mis tacones

  6. Pingback: Sentimientos: corazón togado | Con mi toga y mis tacones

  7. Pingback: Manías: vicios ocultos | Con mi toga y mis tacones

  8. Pingback: Aprobado: pasaporte a Toguilandia | Con mi toga y mis tacones

  9. Pingback: Justicia Fallera: haciendo la puñeta | Con mi toga y mis tacones

  10. Pingback: Fetiches: no sin mi amuleto | Con mi toga y mis tacones

  11. Pingback: Consentimiento: el quid de la cuestión | Con mi toga y mis tacones

Deja un comentario