REYES MAGOS: NO MAS CARBÓN, POR FAVOR


REYES MAGOS (1)

La noche de Reyes. Una fecha mágica. Por eso, el mundo de la farándula la celebra por todo lo alto. Porque es noche de magia e ilusión, y el teatro es el mundo de la ilusión y la magia por antonomasia. Y en nuestro teatro nos queremos sumar a ello. Y esta es la razón por la que he pedido a muchos compañeros que cuelguen su toga de la virtual chimenea y escriban su carta a los Reyes. Y aquí está el resultado.

Yo misma, encaramada en mis tacones y desde las tablas de nuestro escenario, insisto en lo que pido todos los años: una varita mágica –o una varita de virtud, como la llama mi madre-, para poder arreglar de un solo toque todos los problemas y las miserias que nos rondan. Y, ya de paso, la bola de cristal, para adivinar el resultado de cada asunto y ahorrarme problemas de prueba y, sobre todo, para acertar a la hora de pedir una medida cautelar, como una prisión o un alejamiento. Tal vez resulte un poco ambiciosa, pero no hay que ser pobres hasta para pedir.

Quizá por eso otros compañeros se han echado al ruedo y por pedir piden hasta un nuevo director de nuestro espectáculo. Yo, por si acaso, añadiré que si eso no es posible, le regalen unas gafas al que hay –o hasta tres, por 1 euro más, como dice el anuncio-, para que pueda ver la realidad y no vuelva a decir que los medios en justicia no son insuficientes. Y por supuesto, que no sean de color de rosa. Hay incluso quien se atreve a pedir que cambien algunos de esos que en otro estreno llamamos “los que mandan”, y la verdad es que al menos, alguno podría pedirse también unos anteojos que le ayudaran a ver mejor las cosas. Por pedir que no quede.

Tampoco estaría mal que Sus Majestades de Oriente nos trajeran un Estatuto Orgánico acertado y, sobre todo, ese Reglamento que nos llevan debiendo casi cuarenta años. Y que con ello, se diera entrada a una petición colectiva: la de dignidad a la hora de cumplir nuestras funciones, que no es moco de pavo. Quizá con ella lográramos conseguir otra de las peticiones: la de que se conozca nuestra función y nuestra importancia y, de paso, que aprendamos a “vendernos”, que no es poca cosa.

Pero por si acaso todo esto resultara demasiado ambicioso, otros se animaron a bajar al mundo real y hacer otras peticiones más prosaicas pero, desgraciadamente, casi tan inalcanzables como éstas. A mí, la verdad, me vendría bien un tippex y un rotulador para cambiar aquello que no me gusta de los Códigos que tenemos. Pero hay quien ni eso, y pide simplemente un Código Penal actualizado para poder trabajar. Sencillito, sin comentarios ni nada, no vayan los Reyes a enfadarse.

Otra de las peticiones estrella para este año –y para tantos otros- son despachos en condiciones. No hace falta que sean enormes, ni lujosos, que va. Pero que no tengan goteras, que no se caigan a pedazos, y que tengan el pequeño detalle de una ventana con luz natural. Algo que, aunque no parezca gran cosa, es para muchos de nosotros poner una pica en Flandes. Y si, por añadidura, ese despacho es individual, la dicha sería completa. Que ya está bien de esa maldición que parece perseguir a los fiscales y que impide que muchos más de la mitad de nosotros –siendo generosa en la estimación- deban compartir despacho con uno o más compañeros. En cuanto a mí, por cierto, que me conserven el que tengo, visto que es un bien preciosísimo, aunque no estaría de más que regularan el tema de la temperatura, que no sé que pasa que en justicia a veces somos como la Armada Invencible, luchando contra los elementos. Por eso mientras yo me cuezo a fuego lento, otros compañeros tiritan en el iglú de sus dependencias. Y cuanto más frío es el clima, más lo notan, como es normal. Por eso alguna que otra compañera se limita a pedir calefacción sin más. Es lo que hay.

Y una vez venidos arriba, todos pedimos lo de siempre. Un sistema informático en condiciones, y ordenadores que tarden menos de media hora en ponerse en marcha. Que no es pedir tanto, y seguro que a la larga se sale ganando. Y tal vez se podría recuperar aquello que se dio en llamar expediente electrónico y que es como la Chica de la Curva: todo el mundo ha oído hablar de ella pero nadie la ha visto. Y todavía se ganaría más.

Y, hablando de ganar, pues no estaría mal que de una vez se estabilizara nuestro sueldo. Que se racionalizara lo que cobramos y se acabaran las desigualdades por trabajos similares, productividad incluida. Y ya, de paso, como dice un compañero, que nos pagaran al menos por una semana de guardia lo que a un fontanero por dos horas de trabajo. O, al menos, que cobráramos por las horas de guardia lo mismo que pagamos a la persona que en nuestra ausencia cuida a nuestros hijos.

Pero hay una petición que es el top ten de las cartas a los Reyes. Se crea o no, no es otra cosa que grapadoras, que algunas están diseñadas para apuntalar paredes y no para coser papeles, y otras no encuentran grapas que casen con ellas. Y que no hay manera de manejarlas sin padecer una tendinitis que llevaría al traste los sueños tenísticos de algún compañero. Y si a esto se pueden añadir post-its, y bolígrafos –a ser posible, azules y negros-, pues mejor que mejor. Tampoco es tanto, digo yo. Y, por si acaso escasean bienes tan preciados como los bolígrafos, aporto un par de ideas, una por acción y otra por omisión. Por omisión, que ante la falta de bolígrafos quedemos exonerados de rellenar los palotes de la estadística; por acción, que alguien patente de una vez una suerte de artilugio, llamado extractator o califacator según los casos, capaz de plasmar por sí mismo en un documento los tomos y tomos de algunas causas. Seguro que los Reyes pueden encontrarlo, que para algo son magos.

Pero, más allá de todo esto, lo que pido encarecidamente a los Magos de Oriente es algo más que necesario, un bien tan escaso que cada día lo vemos menos. Es la ilusión. Esa ilusión que un día nos llevó a convertirnos en lo que somos porque así lo elegimos, no porque no nos llegara la nota o porque no hubieran convocado otra oposición. Esa ilusión que he visto que a más de un compañero se le escapa de las manos y a la que tenemos que aferrarnos con uñas y dientes. Traédnosla, por favor, junto con unos buenos amarres para que no la perdamos. Nos hace mucha falta.

Y hasta aquí, lo que mis compañeros fiscales han pedido a los Reyes. Obviamente, mutatis mutandi, el resto de personajes de nuestro teatro seguro que piden cosas parecidas, y aquí estoy yo para hacer de paje. Porque por un día he cambiado mi papel en la función y haré de cartero real. Porque yo lo valgo.

Y antes de acabar, una última petición, no vaya a olvidárseme. Y ésta vale para todos los protagonistas de nuestro teatro. Que los Reyes Magos, que todo lo pueden, nos concedan algo que parece tan obvio que a veces se olvida. Que la Constitución se cumpla, punto por punto. Tal vez si así fuera se ahorrarían el resto de peticiones de nuestra carta. Porque una cosa lleva a la otra.

Por eso, queridos Reyes Magos, me arriesgaré a pedir el aplauso para vosotros antes de ver que hay debajo de nuestras togas colgadas en la chimenea. No más carbón, por favor. Que ya llevamos bastante en los últimos tiempos.

9 comentarios en “REYES MAGOS: NO MAS CARBÓN, POR FAVOR

  1. He caído de casualidad en tu blog y lo que llevo leído me parece excelente, sabes darle un toque de humor a una situación que es del todo deprimente. Es de vergüenza que malgastando el presupuesto como hacen en bobadas sin sentido, la justicia en este país siga teniendo recursos de la edad de piedra.
    Supongo, que al igual que nos pasa en nuestro sector, no interesa que funcione de una manera eficaz y moderna.
    Enhorabuena y sigue así.

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