PREPARADORES: ESCUELA DE TALENTOS


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                Ya hemos asistido a muchos estrenos en nuestro teatro. Gran parte de los personajes, al menos los más visibles, han hecho su entrada triunfal en escena y siguen, función tras función, representando sus papeles. Por eso, quizás ha llegado la hora de conocer cómo y dónde han llegado hasta donde hoy están. Los artistas de nuestro espectáculo, como cualquier artista que se precie, contamos con nuestra propia Escuela de talentos, y nuestro Actor’s Studio particular, faltaría más. Porque, además del talento que al artista le viene de serie, la formación es necesaria, ya sea en la Academia de Operación Triunfo o de cualquier otro talent show, en la escuela de Fama o en la versión patria de Un paso adelante.

                Y para eso están los preparadores, vayan por libre o en las academias o centros al uso. Para quien me siga, y piense que sobre eso ya he escrito, es cierto. Dediqué a ellos una entrada en el blog No sin mi toga (http://nosinmitoga.com/2014/05/18/los-que-preparan/), pero por aquel entonces no se había inaugurado este teatro, y no iba por ello a prescindir de tan importante figura para nuestro espectáculo. Así que, haciendo uso de una inveterada costumbre de mi oficio, doy por reproducido lo ya dicho y paso a centrarme en su labor de maestros de los futuros artistas, que no es poca cosa.

                Cuando alguien decide emprender sus pasos profesionales hacia Gran teatro de la justicia, el primer paso es buscar a ese maestro que nos enseñe y nos ayude a llegar en condiciones al día del estreno. En cuanto gritamos el “Mamá, quiero ser artista”, hay que correr a buscar la formación en la Escuela de Arte Dramático o el Conservatorio o Academia en que nos enseñen a interpretar, cantar o bailar. Y ahí entran ellos. Porque todos necesitamos que nos preparen, aspiremos a Jueces, Fiscales, Secretarios Judiciales, Médicos Forenses, Letrados del Estado o funcionarios. Y también necesitan un maestro los Abogados o los Procuradores. Cada cual escoge, según sus preferencias, una gran escuela, o un profesor particular, o una selecta academia. Y ahí empieza su camino, con la esperanza de oír ese “Nena, tú vales mucho”, que es el santo y seña para seguir adelante con la vocación.

                Y es en ese momento precisamente en que se oye el pistoletazo de salida que, si todo va bien, puede acabar recibiendo un Oscar de la Academia.

                Los preparadores marcan a sangre y fuego el resto de nuestra vida, se reconozca o no. De lo que nos enseñaron, o de lo que nos dejaron de enseñar, van a depender muchas de las decisiones que tomemos en un futuro. A partir del momento en que se inicia esa especialísima relación, se teje un hilo invisible que nos ligará a ellos hasta el infinito y más allá. No en balde, durante un período de nuestra vida, será la persona con la que mayor relación trabemos, aquélla cuyas palabras influirán más en nuestro estado de ánimo. Todos hemos pasado la experiencia de salir de nuestra ineludible cita con el preparador de un humor estupendo con sólo haber oído que habíamos cantado el tema divinamente, o de sentir que la oscuridad se cernía sobre nosotros porque nos habíamos quedado en blanco ante las servidumbres legales o el tercero hipotecario. Yo reconozco que aún a día de hoy, hay un delito que odio especialmente por lo mal que lo hice el día que el preparador tuvo a bien preguntármelo. Y eso a pesar de todos los estrenos a los que he asistido con posterioridad. Para que tomen nota los opositores.

                No sólo enseñan los temas. Para eso tenemos los codos y las larguísimas horas de encierro. Enseñan el oficio y transmiten la vocación. O así deben hacerlo. Un buen preparador es un modelo a seguir, una meta a alcanzar. Si el alumno quiere ser como él, está haciendo bien su trabajo. Y aunque luego se convierta en compañero, esa sensación nos sigue acompañando para siempre jamás. Y yo, pese al tiempo trascurrido, sigo queriendo estar a la altura de mis preparadores, no defraudar las esperanzas que un día depositaron en mí. Y aspiro a conseguirlo algún día. Supongo que debe ser otra de las secuelas de la oposición…

                Por todo eso, no podía dejar de incluirlos como una pieza fundamental de nuestro teatro. Porque sin ellos, que pulen el talento hasta convertirlo en Arte, nuestra función no existiría.

9 comentarios en “PREPARADORES: ESCUELA DE TALENTOS

  1. Hola, acabo de acabar la carrera de derecho, y me ha gustado mucho tu blog, estoy interesada en prepararme la oposicion a judicaturas o a secretario judicial, me gustaria saber si tu preparas, estaria interesada en empezar lo antes posible, mi correo es olsoca@alumni.uv.es Un saludo

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  2. Leído con retraso por razones que pueden deducirse de mi (provisional) foto de WhatsApp. Me abrumas, romancera. Te debo, al menos, una cerveza.

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